¿Cristina conducción? Intento desesperado por ordenar al peronismo y una llave para resolver la interna propia

La expresidenta vuelve a la escena pública con una carta, con la que busca retomar el control del espacio de cara a las próximas elecciones. Las diferentes opiniones sobre su estrategia. La pelea detrás de la pelea del kirchnerismo bonaerense.

Como cada vez que mueve una pieza, Cristina Kirchner agitó el tablero de la política en las últimas horas. El documento que publicó el viernes, en el que cuestionó el programa económico del gobierno nacional y sentenció que “el peronismo se torció”, volvió a colocarla en el centro de la escena. No solo por el choque que protagonizó con Javier Milei. También por la lectura unánime que disparó entre los peronistas: lejos de estar ensayando una retirada, la expresidenta reafirmó su voluntad de conducción. La carta, la segunda del año, es un intento desesperado por ordenar el espacio, dicen los propios, asegurándose su cuota de influencia, agregan los ajenos. ¿El contexto? Un gobierno que avanza con un ajuste feroz; un peronismo desorientado, que por impulso de Guillermo Moreno se enredó en una discusión por un eventual juicio político al presidente, y un kirchnerismo incendiado de internas, a las que solo la expresidenta puede darles una solución de mediano plazo.

“La diferencia de Cristina con el resto de los dirigentes es que ella elabora y expresa cuestiones profundas, que son los debates que tenemos que dar para volver a ganar las elecciones”, dice un dirigente que trabaja en el Instituto Patria. “Se puede discutir su forma de conducir, pero no se puede decir que no conduce. Ella conduce así, a partir de la orientación estratégica”, concluye un funcionario bonaerense que le responde sin dobleces. “La carta es un mensaje al peronismo, pero también un llamado a toda la militancia y a los adherentes para repensar los temas de la seguridad, la representación sindical, los planes sociales y la comunicación. El peronismo está dormido y si no despierta ahora, después puede ser demasiado tarde. El que quiera presidir el PJ, ¿no debería discutir estos temas?”, agrega el primero.

De esa pregunta se desprende una lectura del porqué y el para qué del documento, que hicieron algunos actores involucrados en el proceso electoral del partido. El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, avanza a toda velocidad en un acuerdo con distintos sectores del peronismo, incluido Axel Kicillof, para presidir el PJ. “La carta de Cristina apunta a que no la dejen afuera de ese armado. Ella quiere un lugar importante para Wado [De Pedro]”, advierte un dirigente que también puja por un espacio para su organización. Cerca de Quintela, que se apoya en los pocos gobernadores que le quedan al peronismo, aclaran que la idea es incluir en el acuerdo a la expresidenta y alcanzar una lista de unidad. Otro actor que participa de las negociaciones internas deja traslucir, sin embargo, las tensiones que el método de Cristina despierta en algunos sectores: “Ella cree que puede conducir así, vía influencia. Si quiere ser protagonista, debería salir del Patria, sacarse el traje de analista y ponerse a recorrer el país”.

Cuestionamientos parecidos resonaron esta semana en la provincia de Buenos Aires, donde se recalentaron dos conflictos que enfrentan a La Cámpora con Kicillof: la discusión por los recursos del consorcio del puerto de Dock Sud y el avance del proyecto que propone modificar el cálculo de las indemnizaciones en territorio bonaerense. Son choques que expresan cada vez de manera más clara la pelea detrás de la pelea del kirchnerismo de la provincia de Buenos Aires: referentes de La Cámpora, alineados con Máximo Kirchner, y dirigentes que promueven el liderazgo de Kicillof empezaron a posicionarse para disputar la sucesión del gobernador.

Como parte de una gira que parece armada para irritar a La Cámpora, el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, visitó el miércoles Quilmes, el territorio de la intendenta Mayra Mendoza, para encabezar un encuentro de su agrupación, La Eva Perón. “Tenemos claro que nuestro enemigo es Milei. Pero Milei eligió de enemigo a Axel, porque es el único que puede ganarle las elecciones”, dijo. Fue una respuesta a la jefa del bloque kirchnerista en el Senado bonaerense, Teresa García, que lo había fustigado por armar un acto en Quilmes sin la intendenta. En ese cruce confluyeron todas las peleas. Ferraresi también se enfrentó esta semana a Mendoza y al intendente de Lanús, el camporista Julián Álvarez, por el reclamo de los dos últimos para obtener parte de los recursos del consorcio del puerto de Dock Sud, que tributa a Avellaneda. Mendoza y Álvarez sostienen que el paso de los camiones que se dirigen al puerto afecta las calles de sus distritos y piden una compensación. Llevaron el reclamo a Kicillof hace tres semanas y el gobernador encargó el tema al ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. Pero los intendentes dicen que no tuvieron una respuesta satisfactoria y prometieron llevar el reclamo a la Justicia. En paralelo, en el Senado bonaerense avanzó en comisiones un proyecto de La Cámpora, ya aprobado en Diputados, para modificar el cálculo de actualización de las indemnizaciones en suelo provincial, una iniciativa que no cuenta con el visto bueno del gobernador.

Además de Ferraresi y Mendoza, esa carrera imaginaria para suceder a Kicillof ya tiene otros aspirantes potenciales. Entre los alineados con Kicillof circulan los nombres de los ministros Katopodis, Andrés Larroque, Carlos Bianco y Cristina Álvarez Rodríguez, y el intendente Federico Achával. Del lado de La Cámpora, la nómina la completa De Pedro, senador nacional por la provincia. Todos esos nombres suenan también para encabezar las listas del año que viene. La pelea por el armado electoral de 2025 es, en definitiva, un anticipo de la batalla de 2027. La influencia que tenga Kicillof en la confección de las boletas de los comicios de medio término resultará clave para la pacificación del espacio de cara a la próxima batalla presidencial.

Pese a la virulencia de la pelea, en las últimas semanas parece haber habido un pequeño giro en la dinámica del conflicto, que quizás haya surgido de las conversaciones que mantienen casi a diario Cristina y Kicillof, según cuentan en sus entornos. Ante pedidos de la expresidenta para que el gobernador ordene a los propios, él suele advertir que solo ella, como conductora del espacio, tiene peso suficiente para hacerlo. Dato: Kicillof reconoce a Cristina como su jefa política y su proyecto presidencial no contempla, pese a lo que hacen algunos dirigentes a su alrededor, un proceso de autonomización, dicen en la gobernación. Insisten además en que el gobernador tiene hoy las energías puestas en la gestión y en enfrentar a Milei, en línea con lo que pidió la propia Cristina en el encuentro con dirigentes que encabezó hace poco más de dos semanas en el Instituto Patria.

Eso sí, advierten que cuando llegue el momento de discutir la estrategia electoral del año que viene en la provincia de Buenos Aires, Kicillof debe tener una cuota de influencia que hasta ahora no tuvo. “Lo importante es que lo que se defina no debilite a Axel”, dice uno de sus armadores políticos, y se muestra abierto a un proceso de pacificación interna. Como ejemplo, dos escenarios posibles. Si Cristina, en uso de la lapicera, eligiera a Mayra Mendoza para encabezar la lista de diputados nacionales, proyectándola así hacia la pelea por la gobernación en 2027, y delegara en Máximo Kirchner la confección de los tramos provinciales de la boleta, el escenario sería de tensión extrema. Si, en cambio, eligiera como candidato a un dirigente cercano a Kicillof pero sin enfrentamientos con La Cámpora, como podrían ser Katopodis o Achával, y respetara el peso de los intendentes en las listas seccionales, el escenario sería de confluencia. ¿Y si ella es candidata el año que viene? Esa posibilidad, coinciden en las dos veredas, ordenaría en parte el 2025, pero dejaría abierta la discusión de 2027. En definitiva, si la expresidenta diera los pasos necesarios para fortalecer una potencial candidatura presidencial de Kicillof, el gobernador aceptaría con gusto recorrer ese proceso bajo su ala, ser su candidato. ¿Cuál es el minigiro? Los que reconocen la jefatura de Kicillof ya no pretenden que él maneje la lapicera por sobre Cristina, sino asegurarse una silla en la mesa chica de decisiones. “Cristina tiene la llave”, insisten en La Plata.